la vida empieza a los treinta

2.3.18

Mi Lu, mi Luz



Si ya te quería antes amiga, ahora quisiera abrazarte y que todo pare, como una hermana mayor. Quisiera tener el poder de dejarlo todo en silencio para que puedas escuchar tu voz, que se ahoga entre el dolor físico que arrastra tu cuerpo y la soledad del barullo que hay alrededor. Y aunque creas que nadie lo entiende y a veces digas y te castigues pensando "no me entiendo ni yo", cada mujer que ha traído vida a esta vida, con conciencia de saber que nada, absolutamente nada, es tan desbordante como hacerse madre, cada una de nosotras, está contigo. Con tu cuerpecito herido, que parece que no llega, que no puede, que en cualquier momento se va a romper. Con tus ojos que se llenan de lágrimas varias veces al día, a veces sin saber por qué. Con tu alma, que se ha partido en tres. 
Eres madre Lucía. Cada una de las decisiones que has tomado en tu vida, cada paso, cada pérdida, cada vez que has dicho "mejor por la derecha", te han traído hasta aquí. Y aunque ahora haya niebla, y parece que no, todo es perfecto para ti. Viniste al mundo para traer al mundo a tus dos hijos, para ser la madre que ellos necesitan que seas, para que por fin puedas iluminarlos con tu luz. Antes tu luz se ahogaba entretenida entre pastillas y blisters, en dar los buenos días, treinta y siete veces al día, media hora de siesta, esperar a que él venga, sexo, siete horas de sueño y volver a empezar.
El veintiséis de diciembre naciste con ellos y quince días después se fue tu padre, porque así tenía que ser, porque nada podía entretener lo que se estaba viniendo. Tienes el compañero perfecto, que está ocupando su lugar, que es el de ayudarte a que tú puedas estar donde tienes que estar, donde si miras cuando no haya lágrimas verás, que es donde quieres estar, porque todo encaja perfectamente, para que la mejor Lucia brille y nos ilumine como nunca antes lo has hecho. Tu eres la protagonista de tu cuento y el centro de su universo.