La madre de todos los males
El arte de cuidar con amor y felicidad,
tiene un dobladillo escondido y bien cosido.
Es el poder de dirigir, de mandar
como buen capitán de navío recién ascendido,
deseoso de capitanear
la vida de mis dos hijos.
Llevarlos a buen puerto.
Ese poder lo asumes con fervor,
pues vienes de ser grumete en tu propia vida
y engancha mucho el poder del
aquí se hace lo que yo diga,
con amor o autoridad, pero lo que yo diga.
Y vas cogiendo cada vez más mando
y te vas sintiendo amorosa y poderosa a partes iguales,
hasta que un día de vez en cuando,
la carga pesa,
la cabeza se desborda a raudales
y aparece como siempre, tan inoportuna,
la dichosa queja,
la madre de todos los males.
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