la vida empieza a los treinta

12.2.21

Mi hermana asustada gemela

Bendito viernes. Toda la semana lleva, mi hermana asustada gemela, sacando el arsenal que debía a haber acumulado estas semanas atrás que apenas se la oía, que parecía que no estaba. Esta vez ha preferido la jodía, tocar retirada y reforzarse, para atacar por sorpresa a medio día con todo a la vez. Sin dar tregua ni descanso. Así día tras día.

Mi pobre gemela asustada, que se cree que me he vuelto loca porque ya no la escucho ni en lo básico. Porque es a la última a la que pido consejo, porque sabe que he perdido la confianza en ella, y que no la dejo porque la quiero, y también cree que es, porque no puedo.

Claro que después de tantos años repartiendo ella el cotarro. Después de tantos años entregada yo a su sabiduría, a su fortaleza y a su consejo sabio, verse ahora así, que ni cuando se enfada y grita y empieza con su sermón mágico, la hago ya ni puto caso. Y a veces incluso me atrevo a chistarla, cuando se pone pesada y no se calla...¡yo!, que para mi siempre ha sido como una hermana mayor, pero mayor de esas hermanas mayores, fuertes y preparadas, que responden por ti confiadas, mientras te acogen en un abrazo calentito. Y la miras, y con agradecimiento le entregas tu vida. Y te dejas hacer y vas donde te diga, sin preguntar, sin querer preguntar si quiera.

Mi pobre alma gemela, que cree que no vamos a poder sobrevivir sin ella, que cree que no sabrá vivir sin estar en guerra... Si yo la dijera que yo tampoco pensé jamás que era posible vivir sin ella y que la quiero incondicionalmente aún así, sea como sea, tal vez ella podría llegar a creer, que hay mil millones de maneras de vivir, de cualquier otra manera.