Cuántas veces a lo largo de la vida decimos "eso es imposible", y cuántas la vida se encarga de enseñarte que nada de lo que creemos imposible en realidad lo es, ni para bien, ni para mal.
Por ejemplo, mi madre cuenta que cuando yo era chiquitina y me enfadaba con ella la decía "ya verás cuando yo sea la madre y tu la hija", como si la relación parental fuera eterna, de canija en tu cabeza no cabe la posibilidad de que tus padres te falten nunca, no existe la muerte o si existe es más un concepto lejano que una realidad palpable, hasta que llega. Por otro lado cuando la "seño" nos muestra como se dibuja el numero cinco, también crees que va a ser imposible que lo aprendas nunca y está tirado, (¿verdad Lucas?).
De cachorrita crees que tu cuerpo nunca cambiará a gusto del consumidor (en mi caso era el niño pelirrojo que se sentaba detrás en octavo), que tus tetas jamás serán redondas, que tus patinas no dejarán de ser alambres…te equivocaste reina, nada es imposible, también creías que no ibas a fumar nunca y ya ves.
Los dieciséis son horribles, todo te parece imposible pero a la vez no te queda más remedio que intentarlo, hay veces que las cosas salen bien y otras que metes la pata hasta el fondo, pero vas probando.
Mas tarde te parece imposible que llegue ese amor que has leído alguna vez en libros del tipo “Edad prohibida” y termina llegando, entonces crees que es imposible que se acabe nunca y se acaba.
Por eso digo que la vida empieza a los treinta, porque la muerte como poco, te ha pasado cerca, tu culo cuando mas cuando menos, hace que algún fresco se gire, ya te han roto el corazón alguna vez, tienes mas o menos claro cuales son tus puntitos y a demás o por eso, ya no te importa tanto lo que piensen de ti, empiezas a elegir tú y a darte gusto.