la vida empieza a los treinta

19.1.17

MAESTRA LUNA II PARTE

 
A la niña que me enseño lo poderoso que es un te quiero, que once años después sigue siendo maestra en abrazos de primera, he de decirle hoy: en la vida, entre el amor y el odio anda el juego, pues juguemos.
El odio convive en espacios reducidos donde el que vive no desea salir. Hay ventanas, para mirar, pero las puertas están todas bien cerradas. Le gusta sentirse seguro y todo lo que sea nuevo le asusta, por eso se alimenta de comidillas casi siempre iguales. Durante siglos y siglos y siglos, le han gustado los mismos platos: la envidia que no es más que el rechazo a uno mismo, el victimismo como tarjeta de presentación y la arrogancia que es el traje con el que se viste a la angustia.
Crecer duele, abrir puertas a lo todavía no conocido, aprender a base de tropezones, duele. Duele porque hay que deshacerse de lo que ya creíamos que sabíamos, buscar nuevas preguntas, y escuchar la respuesta adentro. Duele sentirse asustada, descolocada, en un desencuentro por tener que soltar.
Pues suelta vida! Suelta y avanza hasta que tengas que volver a soltar, porque el poder de este camino sin metas es ese amor que te late en el pecho. Ese calorcito que te alimenta al contemplar una puesta de sol, esa lección de vida que a los dos años te da tu sobrina al susurrate un te quiero. Suelta, sin duda suelta, déjalo ir y de nuevo crea, aunque a veces duela.