la vida empieza a los treinta

15.6.07

PUCHO

Tus orejas guardan los secretos más profundos

5 Comments:

At 15/6/07, Blogger meri said...

Pucho, Puchino, hijo de la Xana y de un veraneante llamado Cartucho. Pilar fundamental de nuestra infancia...
snif snif

 
At 15/6/07, Blogger Eduardo Abril Acero said...

¡Puchete! le llamamos así porque cuando era un cachorro se metía dentro del lavavajillas, dentro de los pucheros. ¡Puchete!

 
At 15/6/07, Anonymous Anónimo said...

Y le gustaba mojarse, y te daba la patita, y se sentaba a tu lado aunque no le hicieras caso, y el asma no le dejaba ladrar como Dios manda, y llevó con dignidad el que lo destronaran, y... era un buen perro.

 
At 16/6/07, Anonymous Anónimo said...

Jopé! Pucho era increible, podía estar horas contigo solo con que le pusieras un dedo en la cabecita, se conformaba con poco, porque era sencillo y cariñoso. No era inquieto ni muy juguetón pero el día que le apetecía se ponía travieso y se eternizaba "estornudando" como si fuera lo más divertido del mundo... Eh! pero también tenía su carácter, nunca he visto a un perro desafíar tanto a mi hermana.
Qué wapo!! Jo Meri, me ha dado un vuelco cuando he abierto el blog...
Snif! Snif!

 
At 30/7/07, Blogger Letichan said...

Saludos Meripeitx, soy conocida "foril" de tu hermano Lucas. Al leer y ver este tema no he podido resistir la tentación de aportar algo...
Yo también tuve un perro; le llamábamos Pequi porque (en teoría) era un pequinés. Ni pequinés -en cuanto creció quedó claro- ni narices: era un chucho como Dios manda: cariñoso, leal... Creo que las personas que no han tenido perro no pueden entender hasta qué punto pueden conmoverte, sentir que los conoces y que ellos también te conocen a ti.
Vamos, que me ha conmovido este tema del blog...

 

Publicar un comentario

<< Home