la vida empieza a los treinta

1.3.17

Mi vida contigo

 
Tu llegada a mi vida fue como una explosión sin bomba. Sin ruido, sin humo, sin caos. Tuve que reiniciarme, reinventarme por completo. Ser madre, formar una familia y seguir siendo yo.
De las dudas, de los miedos, de las añoranzas, de sentir que te estás perdiendo, de no ser capaz de oír mi voz por dentro, de querer que la vida pare un momento y me deje respirar, como si nada fuera cierto. Del dolor. De todo lo que pasó, me quedo con dormir abrazados y el olor de tu pelo.
El dolor es la respuesta que te da la vida cuando te enfrentas a ella. Cuando te niegas a aceptar lo que te viene. Cuando te empeñas en imponer tus reglas. Dolió nacerte, por tener miedo a no ser capaz y ya estabas aquí, por pretender ganarle unos minutos a lo que se venía, a lo que ya estaba siendo. La vida se impone, poderosa, y si te enfrentas , duele. Y siguió doliendo durante el tiempo que no quise o no pude vivir la vida que tenía, la que había buscado, la que se me había entregado, la que tocaba entonces. Me atrincheré contra la vida, ya sabía lo que era pretender enfrentarte a ella. Me atrincheré a la espera de que se cansara de mi y me dejara sólo estar. Me guardé para dentro, y por dentro me fui pudriendo. Porque vivir es más que estar, no se puede aceptar este regalo y no quererlo jugar.
Sólo en nuestro abrazo encontraba mi lugar. Perdida en tu sonrisa y en el olor de tu nuca, todo pasaba, era capaz de respirar.  Me salvaste amor. Me enseñaste a rendir la plaza. Y fui aprendiendo día a día tus lecciones, porque a través de ti me hablaba la vida. Eran tus catarros, tus fiebres, tus granitos en la cara los que día a día, semana a semana y año a año, me han ido contando que yo no mando. Que no soy más que una gota entre millares en el mar. Que soy yo la que bailo al son que marca la vida. Que no puedo controlarla, que de mi no depende absolutamente nada. Esa humildad que me faltó siempre, que nunca necesité en mi camino hasta que llegaste tú, esa humildad, solo podia aceptarla rindiéndome a ella, entregándome sumisa con las manos desatadas. Tú eres más grande que yo, porque por ti daría mi vida, pero la vida es mas grande que nosotros dos y es ella la que manda y aunque a veces duelan sus lecciones, siempre manda con amor. Alguien como yo, sólo podía aprenderlo a través del dolor, letra con sangre entra...voy entendiendo poco a poco que nada de lo que hice o dejé de hacer, nada, fue un error.