la vida empieza a los treinta

19.2.20

08.08.06 II Parte



Hace casi quince años me revolvía con cabreo e ira por querer ser roca cuando en verdad soy agua. Cuando quería aferrarme a unas creencias que me duraran toda la vida, suplicando que se quedaran conmigo. Culpándolas por abandonarme, con el orgulloso despecho que escondía, el miedo a quedarme sola. Miedo a tener que encontrar una pareja de baile en cada canción, yo que quería ya casarme con ellas y tener pequeñas roquitas que me anclaran aun más a esta mentira, que es lo que nos dicen que es la vida. 
Pero soy agua, no soy roca. Soy mas de dudar y no creer en nada, que sin duda creer en lo que toca. Y no es fácil, porque el agua es la que se amolda, la que busca un reguero por el que correr como loca. Y a veces, cuando no entiende el camino, o el camino no es ligero y se estanca, el agua que es sabia, se en-roca, cambiando al rey por la torre que en su día fue una roca,  buscando entender lo que se esconde detrás de la realidad aparente de los seres y las cosas.