EL PLAN INFINITO

¿Hay algo en tu vida que controles por completo?, yo no. Todo esta en constante cambio y nos pasamos la vida intentando minimizar las probabilidades de cambio cuando las cosas van bien. Pero parece que la vida se empeña en bajarte de la ola cuando mejor estas en ella. Buscamos seguridad, hasta el más bohemio la busca de algún modo. Yo fui secretaria una vez, os lo podéis creer, no soy capaz casi de recordar mis propios asuntos como para organizarle la vida a otro. Termine la carrera, que gran parte de ella me la pase en el césped (mamá no te enfades), y no sabia que hacer, nunca fui gran estudiante pero me empeñé en intentar opositar, por un lado para alargar lo máximo la etapa estudiantil, pero sobretodo porque cuándo acabas de estudiar empieza a entrarte un pánico atroz por qué cojones va a ser de ti ahora que has llegado a la meta de tu primera competición. Hay gente, los buenos corredores, que antes de terminar ya van preparando la siguiente competición y casi pasan de una a otra sin descansar. Pero yo no soy de esas, yo no. El caso es que después de plagar de currículum inservibles todo aquel organismo u ONG que pudiera necesitar una trabajadora social con mal expediente pero muchas ganas, un amigo, cual libélula, me dijo que en su empresa necesitaban una secretaria y a mi me pareció increíble, estaba desesperada. Aquel periodo creo que fue el mas humillante de mi vida, y no por la ocupación, si no porque tuve el típico jefe que nos es feliz si no te recuerda a diario lo miserable que es tu existencia y lo agradecida que debes estar por ganarte unas perrinas gracias a su magnificencia. Lo que más me alucina ahora, es cómo pude aguantar un año tanta humillación. Ahora lo se, buscaba seguridad, un trabajo, un sueldo, una ocupación…necesitaba sentir que algo en mi vida era constante. Dejé el trabajo, me dejó mi novio, se marchó mi madre, mi hermana se independizó y yo me acoplé en la fría planta baja de mi solitaria casa familiar. Creo que nunca he pasado tanto miedo, ni con el exorcista. Pero como siempre en la vida, sonó la flauta, me llamaron de uno de esos centros a los que envié mi currículo. Empecé a trabajar de monitora en una residencia para personas con enfermedad mental y de ahí hasta la fecha empezó a encresparse el mar y no pararon de pasar olas por mi vera que fui capaz de tomar. Cuando apuestas por ti la vida te sonríe, cuando crees en ti la suerte se pone de tu lado. Fueron años de poco dinero pero mucha autoestima, fueron años en los que dejé de tener miedo y empecé a tener un plan.